FUIMOS SILENCIADAS - La Literatura y la Mujer

DIBUJO POR MELISA FALCÓN

Cuando aún mis conocimientos sobre el feminismo eran, sin exagerar, nulos, una gran profesora del colegio me introdujo, por primera vez, en el debate sobre la historia conflictiva que han recorrido juntos, la literatura y las mujeres.

Como muy bien escribió alguna vez, Shirley Campell Barr, "Las mujeres han jugado papales diversos dentro de la poesía. Sin embargo, no han sido precisamente ellas quienes han dejado inscritas sus voces en los documentos y analogías más antiguas. Las mujeres han sido en este, como en casi todas las áreas del quehacer humano, discriminadas y confinadas al silencio." 
Pero a pesar de ello - y para ponerlo en sus palabras - hemos atravesado, en estos últimos siglos, una transformación fenomenal: hemos dejado atrás nuestros tiempos de musas para pasar a ser, ahora, escritoras y feministas.

PASAMOS DE SER MUSAS A SER FEMINISTAS.

Sin embargo, todavía sigue existiendo el debate sobre cómo debe llamarse a esa literatura escrita por mujeres. Persiste, más aún, la controversia sobre si debiera o no realizarse distinción alguna con respecto al resto de la literatura, tradicionalmente escrita por hombres.

Algunos autores, suelen clasificar  esta "conflictiva" relación de la mujer con la literatura en tres momentos o etapas.

En un principio, se hablaba de "literatura femenina", pero esta se descartó rápidamente, porque el término hacia exclusiva referencia a todos aquellos textos especialmente destinados a la mujer. Efectivamente, "literatura femenina", refería a todos aquellos libros que se les imponían a las mujeres como lecturas obligatorias y que, constituían la base de su aprendizaje sobre como debían comportarse social y moralmente.

"LITERATURA FEMENINA", REFERÍA A TODOS AQUELLOS LIBROS QUE LE IMPONÍAN A LAS MUJERES COMO DEBÍAN COMPORTARSE SOCIAL Y MORALMENTE.

Durante aquellas épocas, como bien es sabido, las mujeres escribían, sí, pero publicar sus textos implicaba, necesariamente, recurrir a un seudónimo masculino. La práctica de la escritura, como bien nos recordaría Virginia Woolf, era secreta. En su ensayo "Un cuarto propio", da rienda suelta a sus anhelos por ver cada vez más escritoras mujeres en el futuro: "Démosle  a las mujeres otros cien años, [...démosle un cuarto propio y quinientas libras esterlinas al año, dejemos que diga lo que quiere y  que eliminé la mitad de lo que ahora se pone, y escribirá un libro mejor, uno de estos días. Será una poeta, me dije. [...]"

Luego, inició el tiempo de a Literatura Feminista, aquella que se constituía como un lugar de lucha y resistencia por parte de las mujeres, aquella que les permitía tener un decir dentro de la sociedad patriarcal. Literatura feminista en la que se leían rebeldía y deseos de libertad. 
Hoy en día, se empezó a difundir el concepto de de Literatura de Mujeres, término utilizado, en estas épocas, en dónde los principales derechos se dicen "fueron conquistados" y, en dónde pareciera que ya nadie puede dictaminar sobre que puede o no escribir una mujer.  

Pero más allá de esta clasificación, en extremo breve, lo cierto es que, alguna de las principales escritoras latinoamericanas han mencionado, en más de una ocasión, su descontento con clasificar sus escritos dentro de esta etiqueta de la "literatura de mujeres".

Celia Amorós definió, alguna vez, al feminismo como "la búsqueda de la igualdad entre los hombres y las mujeres en tanto que seres genéricamente humanos". Y creo que allí, está el punto de toda esta cuestión de cómo se debe hablar de estos llamados "escritos por mujeres".
El feminismo busca que se nos respete, a la mujeres, como seres humanos. Pero esta lucha, no ha sido nada sencilla. Desde siempre han existido las diferencias entre los sexos y, con el correr de los años, cada vez más se ha hecho para acentuarlas. Se han encontrado muchas y muy sofisticadas maneras de, sin recurrir a lo físico, afirmar que las mujeres somos diferentes - en tanto sinónimo de inferiores. Es por ello que, varias escritoras, insisten con que la clasificación en "literatura de hombres" o "literatura de mujeres", lo único que hace es afianzar estas diferencias ya existentes. Y, la verdad, es que en la lucha contra el patriarcado, eso, es lo último que necesitamos. 

Cuando a Isabel Allende le preguntaron si pensaba que existía la literatura femenina, ella contestó: "Creo que existe una perspectiva que la da el sexo, la edad, la raza y las circunstancias en las que uno nace. Todo determina una perspectiva para ver la vida que, naturalmente, determina lo que uno escribe. Pero la literatura misma tiene como única materia prima la palabra y, esa no tiene sexo. A nosotras como mujeres, no nos conviene segregarlos, porque ya nos segregan bastante, así que no creo necesario establecer un género que se llame literatura femenina." 


"LA LITERATURA MISMA TIENE COMO ÚNICA MATERIA PRIMA LA PALABRA Y, ESA NO TIENE SEXO."

Ángeles Matretta, por su parte, decía: "creo que dividir a los escritores en hombres y mujeres es otra vez discriminar. [...] Sin embargo, también puedo decir que hay cosas, algunos tonos, algunos modos de contar, algunas historias que interesan más a las mujeres que a los hombres. Lo cual no quiere decir ni que todas las mujeres los ejerzan ni que no hayan hombres que los ejercen."

Así que sí, es indudable que existen  ciertos temas, tonos, personajes, géneros, estilos e, incluso, sentimientos que son más factibles de ser expresados por una mujer. Pero la pregunta realmente es: ¿Amerita eso, la clasificación? O tal vez, ¿deberíamos hablar mejor de Literatura de Género?

O, TAL VEZ, ¿DEBERÍAMOS HABLAR DE LITERATURA DE GÉNERO?

Lo cierto es que, la palabra ha sido y es, el instrumento de construcción de nuestra identidad y del rol que a las mujeres nos corresponde como partícipes de ciertas coyunturas y contextos. Se llame como se llame, procuremos que eso no haya de cambiar.


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