Debo confesar que la idea de escribir un Blog lleva algún tiempo dando vueltas en mi cabeza. A veces, no de manera tan consciente pero, definitivamente, siempre estuvo. Sin embargo, no me di cuenta, realmente, cuantas ganas tenía de escribir hasta que no puse mis pensamientos en palabras.
Una tarde, que pasaba por una librería en Capital, me detuve, entré y compré un cuadernito a rayas rojo. No sabía muy bien para qué, pero quería tenerlo, sentí que debía comprarlo. Un mes después empecé a garabatear algunas frases y, con el tiempo, resultó que tenía bocha que decir. Resultó que había cosas que me molestaban mucho, que me hacían enojar y, también, cosas que tenía ganas de compartir con quienes me quisieran leer; como gustos musicales, libros e incluso algo de ficción que, de vez en cuando, se me da por escribir.
A medida que los días pasaban y yo seguía escribiendo, me di cuenta que eso que me molestaba eran las desigualdades, desigualdades de género. Y, casi inmediatamente, me percaté de otra cosa fundamental: soy feminista.
Pero para llegar a esa conclusión, tuvieron que pasar varios años. Porque, aunque latente en mí, darse cuanta que una es feminista - o mejor dicho aceptarlo- no es algo natural ni mucho menos espontáneo. Es un proceso que, muy comúnmente, conlleva varias peleas con una misma.
Esta es mi historia: Algún tiempo atrás, me encontraba en los pasillos de la Facultad de Sociales, cuando una agrupación paso repartiendo folletos que convocaban a movilizarnos por la legalización del aborto. Amablemente lo tomé, y comencé a leerlo. Mi amiga, que estaba al lado mio, me miró muy seriamente y me dijo: "vos sos feminista, ¿no?". Y ahí mismo, justo en ese momento, me paralicé.
"¿Perdón? ¿Yo? ¿Feminista? No. Imposible". La cabeza me funcionaba a mil. Mi cara se transformó, ante las relajadas acusaciones de mi amiga y apurada repliqué: "Nada que ver... ¿Por qué lo decís?"
Tenía que saber, simplemente, tenía que llegar al fondo de la cuestión. En mi, no albergaba ni la más mínima, ni la más remota posibilidad de que yo pudiera ser "eso". "Femi.... femi... ¿Qué?. Feminista, ¡¿Qué es eso?!". En mi interior, seguía intentando entender qué estaba pasando.
Ella me respondió que sí, que le parecía que yo era feminista por las cosas que publicaba en Facebook, por como hablaba de algunos temas. Y, entonces, ahí sí que me asuste. Resulta que no sólo se me estaba acusando de ser algo que yo consideraba no ser, sino que además estaba afirmando tener pruebas de ese, mi "delito". "¡Qué locura!", pensé, "pero si yo hablo normal y subo cosas normales como cualquiera". Sí, sentí miedo. Miedo de que eso de que yo era feminista empezara a circular por ahí, a rumorearse, a correr por los pasillos. "¡La pucha, ahora todos van a pensar que yo odio a los pibes!. ¡Listo!. ¡No se me acerca nadie nunca más!".
Bien bajito, para que nadie escuchara, le conteste nuevamente que "nada que ver, jaja ¡Qué boba!" y dejé que el tema pasará de largo.
Bien bajito, para que nadie escuchara, le conteste nuevamente que "nada que ver, jaja ¡Qué boba!" y dejé que el tema pasará de largo.
"¡Qué boba!" ¿"Qué boba" le había dicho?. ¡Qué boba yo!, reflexionaría mi yo actual. Pero claro, en ese entonces, yo era diferente.
Ahora bien, lo cierto era que, algo me había dejado pensando...¿Y qué, si realmente yo, era eso que decían que era, una "feminista"? ¿Y qué, si yo todo este tiempo, había entendido mal que significaba ser una feminista? ¿Y qué, si de alguna forma, se me habían cruzado los cables, si mi neuronas no estaban haciendo sinapsis? ¿Y qué, si todo este tiempo me habían contado mal la historia?. ¿Podía ser cierto que yo fuera feminista?
Y ahí me quede, como en el limbo, en mi nebulosa, un poco aturdida y, definitivamente, confundida.
Porque para mí, ser feminista era sinónimo de odiar a los hombres, de no depilarse, de ser una loca desquiciada que iba en tetas por la vida, que no puede vestirse a la moda, ni maquillarse, etcétera, etcétera, etcétera. Así que, yo estaba confundida y, hoy en día, sigo estándolo. Pero, ¿les digo que?, es bueno estar confundida. La confusión te invita a dudar y al dudar, uno empieza a intentar buscar respuestas que te ayuden a ver las cosas desde otro lado.
No sé si existe la "manera correcta de ser feminista". Me corrijo, definitivamente, no existe una única manera de ser feminista, así como tampoco existe una sola manera de ser mujer. Mi intención, con este blog es, ante todo, que le perdamos el miedo a la palabra, para que después - y con algo de suerte- podamos comprender de que se trata esto del feminismo.
Así que, te propongo que salgas de la burbuja y te enteres. Porque aunque sientas que todo esto de las desigualdades de género, la violencia, el maltrato, el #NiUnaMenos, el acoso callejero, el aborto, y demás, no te están pasando a vos, no significa que no nos estén pasando, a nosotros, a la Argentina, como sociedad.
Así que, te propongo que salgas de la burbuja y te enteres. Porque aunque sientas que todo esto de las desigualdades de género, la violencia, el maltrato, el #NiUnaMenos, el acoso callejero, el aborto, y demás, no te están pasando a vos, no significa que no nos estén pasando, a nosotros, a la Argentina, como sociedad.
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